Hace diez años

En estos días se cumplen diez años desde que comenzase la Guerra de Irak, infame como todas, pero muy especial para nosotros porque, de espaldas al pueblo, el entonces Presidente Aznar decidió hacerse la foto junto a los "dueños del mundo" a costa de apoyar, envío de tropas incluído, una gran matanza de inocentes.
En toda España se oyó el grito del "No a la Guerra", también en el IES Élaios.
En aquella primavera, junto al árbol del patio, florecieron las pancartas y las concentraciones por la paz.
Los alumnos de hoy no lo pudieron vivir y es oportuno recordarlo, que lo sepan y no caiga en el olvido. Fue un movimiento de conciencia y principios como nunca se había visto en el instituto, una permanente clase de Educación en Valores. 
A diario, muchos alumnos, profesores y demás trabajadores del centro portaban el emblema rojinegro del "No a al Guerra". Una vez a la semana, se concentraban a las diez, durante 15 minutos, dando lectura a textos y expresando una común convicción activa en favor de la Paz. Fueron dos meses intensos de emociones y de crecimiento tanto personal como colectivo. Pocas veces hemos estado tan unidos.
Los tablones del hall rebosaban de recortes, poemas y dibujos contra la Guerra; se habían convertido en el medio de expresión más vivo que ha habido nunca en este centro. Antes de su marcha, los alumnos franceses del intercambio también dejaron allí sus mensajes.
Aquello no fue una algarabía, una fiesta o una moda. Afloraron las ideas, los sentimientos, los valores; y en ellos todos crecimos, desde los más pequeños, con todo por estrenar, hasta los más viejos y desencantados de antiguas batallas. Cuántas veces decimos que las cosas son imposibles porque no nos atrevemos a intentarlas.
El 14 de abril, en la última concentración, se leyeron estas palabras:
...
Hoy es nuestra última concentración. Deseamos que por mucho tiempo no vuelva a haber motivos que las justifiquen. Pero si en un futuro, ojalá lejano, la sombra de la barbarie y de la violencia terrorista o de Estado se cierne nuevamente sobre nuestra vida colectiva, sabremos reavivar esta llama y reunirnos de nuevo para levantar una fortaleza de sentimientos y palabras frente a las armas. En tal caso, estáis ya convocados.
¿Ha servido para algo tanta insistencia, tanto empeño? Aquellos a quienes irrita que expresemos una conciencia solidaria, que quieren vernos embobados en un egoísmo consumista, os dirán que de nada sirve. Son los mismos que os llamarán “antipatriotas” cada vez que defendáis la patria común de la Humanidad y aún os acusarán de hacerlo por turbias intenciones.
Pero, estad seguros, este movimiento colectivo ha servido para mucho. Nos ha servido a nosotros mismos para crecer como personas y como comunidad que cree en el valor de la vida humana por encima de cualquier idea, bandera o ganancia material. También ha servido ante nuestros gobernantes y ante los que se pretenden dueños del mundo: ahora saben que sus futuras arbitrariedades y sus negocios inconfesables tendrán enfrente a un gran ejército sin armas pero difícil de vencer, formado por la conciencia de millones de ciudadanos anónimos que ha despertado y se hará oír ante las nuevas locuras de quienes buscan poder y notoriedad a sangre y fuego.
Y ha servido para que el dolor y la muerte de miles de inocentes no caigan en el olvido. En estos días, sus desgarradoras imágenes nos han conmovido: los cuerpos calcinados en un mercado de Bagdad; el torso quemado del niño Alí Smain, a quien una bomba de la llamada “Libertad para Irak” asesinó a toda su familia y amputó sus brazos; la niña de Basora, yaciendo inerte con las piernas destrozadas; el bebé acribillado de Hilla en su ataúd; el rostro desesperado de Razek al Kazem, un padre con el alma rota que lloraba sobre los cadáveres de su esposa y cinco hijos ametrallados; o anteayer mismo, cuando se dice que ya ha terminado la guerra, el infinito desconsuelo de una madre y sus tres niños al recibir los cuerpos sin vida del padre y el hijo mayor. Y también los dos periodistas españoles que han dado sus vidas por salvar la verdad frente a las mentiras oficiales.
Son sólo los rostros que el azar ha preservado entre tanta desgracia. Representan a miles de víctimas anónimas cuyas muertes y vidas destrozadas sólo tendrán un sentido si germinan en nuestras conciencias y nos hacen más solidarios con el sufrimiento de nuestros hermanos, más firmes en la defensa del derecho universal a vivir en paz; si nos hacen más sabios y mejores y mantenemos el compromiso de trabajar porque el mundo también lo sea.
Vosotros, queridos alumnos, en este curso habréis aprendido muchas cosas útiles y necesarias: ecuaciones, morfologías, sintaxis o mapas. Pero esperamos que, por encima de todo, hayáis aprendido el valor de la paz; un valor universal que debe nacer en vuestra vida personal: en la casa, en el aula, entre los amigos, como garantía de que jamás os veréis en un campo de batalla.
Esperamos que también hayáis aprendido que la fuerza de la razón siempre es preferible a la razón de la fuerza; que el imperio de la ley debe prevalecer sobre la ley del imperio; que nunca los pueblos deberán pagar injustamente por las fechorías de sus dictadores; y que no existe la guerra limpia, que toda guerra es sucia y cruel, que siempre deja un rastro de sangre, dolor y llanto.

Terminaremos con el verso de Luis Cernuda: “Recuérdalo tú y recuérdalo a otros”.
 PARA SIEMPRE ... ¡NO A LA GUERRA!
...
Como música de despedida, sonó, como en veces anteriores, Imagine en las voces de Noah y Khaled:

Son otros los motivos que ahora nos mueven, pero se hace necesario revivir aquella unidad y aquella determinación, hoy por la Educación Pública.

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