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Periódico de Aragón (24/03/13):
Que la consejera Dolores Serrat afirmase en las Cortes (ante
una pregunta del PSOE sobre becas de comedor) que su departamento se
ocupa de la enseñanza "y no de la beneficencia" plantea un doble
problema. Por un lado explicita con terrible sinceridad la brutal
naturaleza de la ideología conservadora, decidida, en nombre del
ultraliberalismo más despiadado, a llevarse por delante toda forma de
solidaridad normalizada y todo derecho que no sea el del negocio por
encima de todo. Por otro, señala la escasa profesionalidad de un cargo
público, capaz de afirmar en sede parlamentaria (como dice el
latiguillo) algo tan inconveniente. Esas cosas nunca deberían decirse...
aunque se piensen.
En los últimos días he escuchado directamente
o leído en los diarios afirmaciones y reflexiones que ponen de
manifiesto el hiriente desparpajo, la ciega crudeza de aquellos cuya
responsabilidad exigiría un punto más de discreción y sentido común. No
hablo sólo de políticos. También de personas a las que se han confiado
poderes de otro tipo (por ejemplo de naturaleza económica) y que parecen
no entender ni lo delicado de la situación actual ni el impacto de la
crisis sobre muchos miles de personas, de ciudadanos.
Serrat
dirige (es un decir) la educación aragonesa con el objetivo de primar la
privada concertada sobre la pública. Eso es algo obvio y verificable
curso a curso. Pero de ahí a desvincularse de las becas de comedor en
términos tan duros debiera mediar un abismo. Si la consejera lo ha
cruzado tan campante será porque estamos en la fase de consolidación de
la nueva realidad y va siendo hora de hacer saber a los menos
favorecidos por la fortuna lo que les espera... a ellos y a sus hijos.
Como era de esperar, ya está sobre la mesa el triste hecho de que la
justicia social ha muerto y en consecuencia muchos derechos
fundamentales van a convertirse en objeto de caridad. Como en el pasado.
Los comedores escolares, un servicio esencial en estos momentos para
garantizar que miles de criaturas hagan al menos una comida adecuada al
día, están siendo literalmente dinamitados. El departamento de doña
Dolores está incluso dispuesto a implantar la jornada continua en los
centros públicos (algo que el PP rechazaba radicalmente cuando estaba en
la oposición) para cerrar tales dependencias y que las familias se
apañen como puedan. Y el que no pueda, pues eso...
Aquí se
acabaron los disimulos y las componendas. Las cosas, cuanto más claras,
mejor. Un espeso tufo a chulería y menosprecio llega a la ciudadanía
desde las propias instituciones. Los mismos políticos que exigen respeto
y buenas maneras, se manifiestan con un desahogo casi insultante. Es
tremendo.
¡Ay, qué tiempos aquellos, Dolores!
Me parece buenísimo el artículo y también la foto, me recuerda a mis tiempos en el cole, cuando nos ponían en fila para darnos leche por las mañana. Qué triste que estemos retrocediendo tantos años después de los logros conseguidos!!!
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