Extracto del artículo publicado por el profesor Antonio Aramayona en su blog "La utopía es necesaria" (4-4-2014):
"El
Informe Pisa vuelve a suspender al alumnado español por no saber resolver
problemas prácticos (vg. buscar el itinerario más corto en una línea de metro o
programar un aparato de aire acondicionado). En toda mi vida de profesor he
encontrado, sin embargo, una realidad que poco o nada tiene que ver con lo que
parece asegurar Pisa: muchachas y muchachos despiertos, espabilados, con ganas
de vivir y con verdadera curiosidad por conocer si lo que había en clase movía
su atención y su interés, casi siempre traducido y aplicado a sus vidas.
Al
mismo tiempo, eso sí, procuraba que ellas y ellos pensaran y hablasen también
sobre tanta gente adulta y joven en el mundo que no tiene metro ni autopistas
ni carreteras, sino solo un único camino embarrado y empinado de varios
kilómetros para ir y volver de la escuela (cuando la tienen), o sobre tanta
gente en el mundo que desconoce qué es
eso de un aparato de aire acondicionado. Procuraba igualmente que ellas y ellos
indagasen el precio del billete de metro madrileño y su relación directa con
los ingresos de un parado, de un estudiante medio o del salario mínimo
interprofesional. O, en fin, la contaminación creciente del planeta Tierra y el
aumento del agujero de la capa de ozono debido, entre otras cosas, a estos aparatos
de aire acondicionado.
Estoy
de los Informes Pisa hasta el gorro, pues sus cuestionarios suelen reflejar e
inculcar el modo de vida, las necesidades y los intereses de una minoría rica
(“desarrollada”, se autodenomina: ¿qué desarrolla y qué no desarrolla
realmente?) que da la espalda a la mayoría de la población española y mundial.
Los medios de comunicación, en su inmensa mayoría propiedad de esa minoría rica
e instrumento manipulador al servicio de sus intereses, se limitan a recalcar
lo mal que va la educación (¡ahora también en el ámbito práctico de la
formación de l@s niñ@s y jóvenes que acuden a las aulas!). Entretanto,
silencian los criminales recortes (¡ajustes!, los llama el Gobierno)
perpetrados en educación y en enseñanza.
Los
señores de Pisa, los Ministerios y las Consejerías autonómicas de Educación
confunden dos cosas complementarias, pero distintas. Sin duda, para vivir, para
ganarse profesionalmente la vida digna y honradamente, para moverse en la
sociedad actual, el alumnado debe aprender mucho y bien (sobre todo a pensar, a
cuestionarse y a buscar), pero eso no agota el saber, el verdadero
conocimiento, sino que, por el contrario, el conocimiento y el saber alcanzan
un nivel que supera el mundo de las necesidades utilitarias. El problema
estriba en que los dirigentes y gobernantes en el mundo educativo ignoran (no
solo desconocen, sino que también ignoran) la necesidad de que salgan de las
aulas (desde Infantil a la Universidad) personas libres, cultas, inquietas,
críticas, autónomas, dueñas de sus vidas, solidarias, vacunadas contra las
supersticiones y las falacias, en busca permanente de su propia utopía.
El
saber, antes de poder ser dividido en teórico y práctico, es en cualquier caso
formador y humanizador: contribuye a formar esa clase de personas, las
enriquece, humaniza al mundo y a la vida, hace que todos y cada uno de los
seres humanos necesiten la libertad y la igualdad como condición ineludible de
su felicidad. Si la escuela no busca y hace eso, ¿para qué la escuela? ¿De qué escuela
estamos hablando? ¿La escuela de Pisa, de Wert, de Serrat?"