El pasado 12 de diciembre, el Gobierno PP-PAR aprobó la
Ley de autoridad del profesorado de Aragón, por la cual los profesores pasamos
a ser “autoridad pública”. Dicen que así están apoyando el trabajo de los
docentes.
Es un agrio sarcasmo que digan apoyarnos quienes en la práctica
nos desprecian de formas varias, unas veces con decisiones propias y otras como aplicados discípulos del Presidente Rajoy. Lo hacen difundiendo a través de sus medios afines mensajes mentirosos sobre “lo poco que trabajan los profesores"
y, desde el estrado parlamentario, ironías envenenadas sobre las bajas médicas. Desprecian la calidad de nuestro trabajo, dificultando la atención personalizada al alumnado al aumentar horarios y legislar el aumento de ratios; así como al desmantelar y devaluar la red de formación del profesorado; también, negando horarios y recursos a la innovación educativa. Y nos desprecian como trabajadores al negar derechos laborales
a los interinos; u obligándonos a acudir a clase enfermos si no queremos una
rebaja de salario. El discurso sobre la autoridad les sale gratis, mientras conducen nuestros centros a la penuria, repitiendo el mantra de “hacer
más con menos”, una ofensa a la inteligencia.
Es una falsedad, o tal vez un
desconocimiento absoluto de la realidad educativa (no sé qué opción me asusta más),
suponer que mi clase va a mejorar porque aumente mi capacidad coercitiva. Para
conseguirlo (algo en lo que me empeño a diario desde hace 33 años, sin necesidad de su "regalo"), sólo les
pido que no empeoren mis condiciones de trabajo: que no me sobrecarguen el
horario; que no se reduzca el presupuesto del instituto; que no se hacine
alumnado ni se le recorten las ayudas (becas, libros); que se reparta
equitativamente entre todo tipo de centros al alumnado con necesidades
especiales; que no se legisle en Educación pensando en lo que conviene a los
grupos financieros, sino en la formación y la felicidad de los alumnos. En definitiva, que no pongan obstáculos
a este hermoso trabajo, con el engaño de que los “recortes son necesarios”. Ya sabemos
que para otros no hay recortes. Todo es una decisión política y está claro a
quienes sirven.
No quiero galones ni porra, sino
respeto y medios. ¿Y la autoridad? No se preocupen, de esa me encargo yo. Se
gana cada día en la clase con la dedicación y el ejemplo. Una autoridad por
decreto es una ventana abierta al autoritarismo, un posible refugio de incompetentes.
La única autoridad efectiva y deseable en el aula es la autoridad moral, esa
que también debiera adornar a nuestros gobernantes pero que han perdido
irremediablemente, si es que alguna vez la tuvieron.
José María Sorando
Profesor de Matemáticas
Certero el artículo, no se puede decir mejor ni más claro. Palabras secas, cortantes y cargadas de razón. ¡Ojalá las leyese quien debería! Pero es cierto que desconocen la realidad educativa y que la desprecian. Se trata de vender la educación para pagar favores y para colocarse bien en el nido de la corrupción antes de que el cambio de opinión del electorado los vuelva a dejar fuera de sitio.
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